Malta tiene un mundo subterráneo, pero pocos lo conocen. Debajo de La Valletta existe una compleja red de túneles, alcantarillas y refugios de guerra. La historia de estos laberintos se remonta siglos atrás, cuando la capital comenzó a formarse y las reglas de construcción de aquella época estipulaban que cada casa debía tener un sótano con una conexión subterránea a las aguas residuales.
Durante la Segunda Guerra Mundial, los Caballeros también construyeron un importante número de depósitos debajo de los espacios públicos pensados para proteger valiosos tapices y pinturas. Entre aquellas construcciones se encuentra el túnel enterrado en San Miguel, que gracias a un proyecto gubernamental, pronto se convertirá en un importante enlace para los peatones que se dirijan a La Valletta. Originalmente, la construcción era un medio de comunicación entre el centro urbano y las líneas de defensa de la ciudad, que permitía a las tropas moverse tranquilamente dentro de la fortificación durante las operaciones de guerra e incluso poner en práctica las tácticas de ataque.
El túnel de 75 metros de largo, bloqueado y en desuso desde hace años, está ubicado debajo de las oficinas del arquitecto David Félix, que fue casualmente, quien decidió presentar el proyecto al Consejo Local de La Valletta, al Museo Nacional de Bellas Artes y a la Oficina de Rehabilitación de Proyectos. La propuesta fue muy bien recibida y en enero pasado el Ministerio de Recursos anunció el proyecto y presentó una solicitud ante las autoridades de planificación.
El objetivo principal del proyecto, cuya inversión es de 1 millón de euros, es facilitar el acceso de los peatones a La Valletta y proporcionarles espacio para aparcar sus coches.