Victoria brilla en estos días con su nueva escultura bautizada Some Things Never Change (Algunas Cosas Nunca Cambian), nombre asignado por el mismo autor de la obra, el escultor Mario Cassar.
En un análisis que hace de la obra, el curador Raphel Vella asegura que el título es un guiño del autor, ya que la frase “Algunas cosas nunca cambian”, implica que hay otras que sí cambian. Según Vella, Cassar se refiere al flujo constante del mundo y al cuestionamiento de la permanencia: ¿qué es aquello que queda fijo en el mundo, que no cambia?
A través de su obra el artista nos guía para descubrir su mensaje: Cassar se inspiró en las formas del Inukshuk, una piedra primitiva utilizada en algunas regiones del Ártico. Vella asegura que “con el Inukshuk, la permanencia está representada en el mismo material que conforma el elemento, la piedra”. En la escultura de Cassar, si bien inspirada en este elemento, se han utilizado otros materiales (acero inoxidable), pero de similar característica: fuerte y duradera.
La escultura supone la presencia de una familia de tres integrantes que varían en tamaño y están compuestas por signos (el del dólar, el euro y el yen) y caras sonrientes. Raphael Vella se pregunta: “Qué es lo que hace a esta familia tan feliz? Claramente, no puede ser la crisis económica o la transformación de la humanidad en signos globales que se multiplican sin parar hasta llegar a un mundo post-humano”.
“Quizás”, indaga Vella, “no deberíamos buscar las respuestas en las caras sonrientes de los integrantes de la familia, que sin demostrar una edad y un sexo concretos, siguen mirando al espectador y sonriéndole y nunca cambian. Tal vez, el artista quiso contar que debajo de la apariencia exterior de estas figuras, hay algo que aún hoy sobrevive. Algo que eleva su espíritu y los hace sonreír. Algo parecido al amor”.
