Un antiguo pueblo de pescadores descansa en el Sureste de Malta. WIED-IL GHAJN, como la llaman los malteses y cuyo nombre significa valle de la fuente, es el lugar donde muchas familias maltesas tienen su casa de veraneo.
Ubicada en la falda de dos laderas, esta tranquila villa con aroma a mar, ha ido creciendo en los últimos años en tamaño y población y es hoy uno de los destinos más pintorescos de la isla.
Su puerto poblado de barcas de colores, las formaciones rocosas como parte de un escenario sin igual y los restaurantes a orillas del mar, le dan a Marsascala un encanto mágico.
Esta villa fue cuna de importantes acontecimientos históricos. La bahía, extendida en un valle, se dirige a una cueva con una vertiente de agua natural, donde los marineros solían abastecerse antes de zarpar en sus largos viajes. Fue esta misma bahía la que sirvió como desembarco de bárbaros y turcos que llegaron en la Edad Media a invadir Malta. Fue luego del ataque de los otomanos que los Caballeros de San Juan se propusieron reforzar las defensas y así fue que nació el Fuerte de Santo Tomás.
Marsascala es el único centro turístico de esta zona y hasta la Segunda Guerra Mundial fue un rincón perdido de la isla, sin demasiada estructura, reservado para la aristocracia maltesa. No tardó en convertirse en uno de los lugares más codiciados por turistas que buscan combinar historia y relax.