Es un hecho. El verano ha llegado a su fin y parece que debemos decir adiós a la playa y al buen tiempo. Por suerte, contamos con el archipiélago maltés para ofrecernos unos rayos de esperanza en estos largos meses de otoño e invierno. Y es que, por si aún no lo sabías, Malta posee uno de los mejores climas del mundo, con suaves inviernos y ¡más de 300 días de sol al año!
La oferta de las islas maltesas no se limita sólo a sol, playa y diversión. El archipiélago tiene mucho que ofrecer y mucho de lo que disfrutar durante estos meses. Así, por ejemplo, el otoño e invierno son la época perfecta para la práctica de deportes al aire libre, en especial la escalada y el abseiling. La visibilidad en este tiempo es la idónea y la escasez de precipitaciones aseguran infinidad de jornadas de escalada. Si lo tuyo es la natación, has de saber que la temperatura de las aguas maltesas permite que uno pueda bañarse hasta mediados de noviembre.
A su vez, una visita a las islas en temporada baja puede ser la excusa perfecta para realizar senderismo y descubrir paisajes naturales que quitan el aliento, como la espectacular Ventana Azul, en Gozo, o los imponentes acantilados de Dingli. Y, por supuesto, recorrer las calles de las ciudades maltesas, auténticas joyas históricas que transportan al visitante a la época de los caballeros o a escenarios barrocos de impresión. El rico legado histórico del archipiélago ha dejado su impronta en los palacios y albergues de Valletta y las Tres Ciudades, o en la medieval Mdina, con sus callejuelas adoquinadas.
Por su parte, el rico calendario maltés de eventos mantiene intacta su actividad durante los meses más fríos del año y es precisamente en esta época cuando tienen lugar en el archipiélago algunas de las propuestas culturales más interesantes del año, como el Valletta Baroque Festival, que se desarrolla en enero, o St. Joseph en Rabat, el 19 de marzo.
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