Como bien sabes, febrero es el mes del amor por excelencia. San Valentín se encuentra a la vuelta de la esquina y el archipiélago maltés se presenta como el destino perfecto para realizar una escapada romántica. Allí os esperan paisajes que quitan el aliento, pueblos con encanto llenos de historia, una excelente gastronomía y miles de pequeños detalles que hacen, de éste, un destino de lo más especial para conocer en pareja.
Comencemos con el alojamiento. En este sentido, no hay nada que se adecúe mejor para este plan que los hoteles boutique malteses, ubicados en casas históricas que han sido rehabilitadas y decoradas siguiendo diseños cuidados y sofisticados. Son muchos los establecimientos de este estilo repartidos por las islas. Echa un vistazo a este post, donde te detallamos algunos de los hoteles boutique con más encanto del archipiélago.
Vuestro recorrido lo podréis iniciar en Valletta, capital de Malta. Sus estrechas y angostas calles invitan a pasearlas de la mano, al tiempo que se descubren maravillosos palacios y edificios de estilo barroco, como la majestuosa co-catedral de San Juan. Si os dirigís al Gran Puerto, podéis embarcaros en una daghjsa, o embarcación tradicional maltesa, similar a las góndolas venecianas, que os guiará hasta las Tres Ciudades (Vittoriosa, Senglea y Conspicua).
Desde Valletta, os dirigiréis a otro de los lugares más especiales y románticos del archipiélago: la ciudad de Mdina. Conocida como la ciudad del silencio, la antigua capital de Malta transporta al visitante en un verdadero viaje en el tiempo. En Mdina podréis tomar un descanso en Fontanelle Tea Garden; un elegante restaurante situado sobre las murallas de la ciudad, y cuya terraza ofrece unas inolvidables vistas de la puesta del sol sobre el Mediterráneo.
Cualquier escapada al archipiélago que se precie ha de incluir una visita a Gozo, más salvaje y natural que Malta. Allí podréis alojaros en el magnificente hotel Kempinski San Lawrenz; un maravilloso hotel Luxury 5* que cuenta con un spa y un auténtico Hamman turco.
Para rematar una jornada de visitas y cuidados wellness con una cena romántica a la luz de las velas, nada mejor que St. Julian’s Bay, donde encontraréis muchas y diferentes opciones de restaurante, en función de vuestros gustos y necesidades.
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